Esta un poco lejos de Teruel pero merece la pena visitarlo
con creces. Muchas de las construcciones han sido recuperadas. Claro ejemplo de
lo que se puede hacer en otros sitios.
Aparte de estar bastante bien señalizado no hay perdida para
llegar a la muela que se levanta en la llanura a las afueras del pueblo. No
hemos tenido la suerte de visitar el museo.
Por allí pasaron las milicias anarquistas venidas de Valencia dirección
Teruel. En el ataque nacional dirección Valencia fue defendida por la división
anarquista 28.
Adjuntamos dos textos para que te hagas una idea mejor del
complejo.
Las trincheras de la Guerra Civil en
Sarrión ya son visitables
A tan sólo cinco kilómetros del casco urbano de la población las trincheras y los búnkeres comparten terreno con las simas para guardar material y los restos del hospital militar. El Ayuntamiento quiere consolidar y recuperar esas ruinas, muchas de los cuales han variado poco en los últimos 70 años.
Sarrión fue un punto estratégico durante
la contienda al estar situado entre la zona valenciana, dominada por los
republicanos y Teruel, territorio conquistado por los ejércitos franquistas.
"Las trincheras fueron usadas· por ambos bandos y no se sabe quienes las
construyó, las iban retomando conforme iban ganando terreno", explica
Gersón Beltrán, coordinador del proyecto de musealización de los restos junto
con Miguel Cañas, de la empresa Guías de Gúdar.
En los montes de Sarrión hay nidos de
ametralladora, puestos de mando, búnkeres y trincheras. Pero además, también se
conserva la estructura de un antiguo hospital que se va a recuperar en fechas
próximas y en el subsuelo hay cientos de simas que eran utilizadas por los
vecinos para guardar material. "Escondían las cosas de casa.en agujeros
excavados en sus propios campos y tapados con una losa de piedra",
comenta el alcalde de Sarrión, Narciso Martín, quien matiza que "no se
sabe con seguridad si pertenecen a la Guerra Civil ".
La recuperación de los testimonios de la Guerra Ci vil no ha sido
sólo en lo que a infraestructuras se refiere, sino que el proyecto ha incluido
una investigación fundamentada principalmente en los archivos militares y en la
que ha participado el Coronel Fernando Sanz.
Un masovero habla en primera persona de las
penurias de.la posguerra
Manuel Cercós nació en 1942 y vivió sus
primeros años en la Masía
de Don Pedro, situada en plena zona del conflicto. La sombra de la guerra
planeaba sobre el recuerdo de sus padres, pero también en los campos de
cultivo, donde "las ovejas se comían los huesos de los cadáveres que dejó
la guerra". Según el masovero, muy pocos de los cuerpos se recogían:
"Mi padre decía que habían venido a por uno o dos, pero los demas estaban
allí. Al final de la guerra los tapaban un poco para que no olieran", comenta.
Él era un niño, pero como toda su
generación, recuerda haber vendido los restos de metralla que encontraban. La
mayor parte de los vecinos de Sarrión iban en busca del hierro para luego
venderlo ya que, según Cercós, "era lo más rentable, como la trufa ahora".
Muchos de ellos aún tienen secuelas de' ese trabajo, en el que perdieron alguno
de sus miembros. Manuel Cercós comenta qúe en todas las masadas hubo
desgracias, aunque matiza qué su familia no iba aposta a recoger la metralla:
"Vendíamos la que encontrábamos", apunta.
Para rentabilizar al máximo los
proyectiles encontrados, los explotaban en el interior de los búnkeres porque
"si no se tapaban, no quedaba la chatarra". Cercós asegura que el dinero
"tenía mucho valor entonces" y el hierro lo pagaban a peso. El
hambre dé entonceS hizo que se tiraran barrenos para sacar el mineral del
encofrado.
Manuel Cercós indica que en las masías las
penurias fueron menores porque "como se trabajaba en especie, siempre
había algo que llevarte a la boca". Los peores recuerdos que tiene de la
posguerra están vinculados a los maquis. "Estábamos aborrecidos, eran
como los de la ETA ,
venían y teníamos quedarles de comer sin decir nada". comenta. "Les
tenía mucho miedo. La zona de nuestra masada estaba olvidada y era una de las
más castigadas", argumenta.
El proyecto incluye un centro de
interpretación sobre el conflicto español
Sin embargo; Beltrán es consciente de que
se enfrenta a un tema muy delicado: "Creo que hemos conseguido hablar de
la guerra sin inclinarnos de un lado u otro, aunque algunos pueden argumentar
que ese intento de objetividad ya es un posicionamiento", matiza.
El proyecto incluye la recuperación de
restos que hablan por sí solos, como el nido de ametralladoras sobre el que
se domina todo el Barranco de la
Hoz o losbúnkeres que pueblan el monte sarrionés. Sin
embargo, cada uno de los restos se acompañará de paneles explicativos que
ubiquen al visitante y le faciliten la ruta, parte de la cual ya se ha
señalizado mediante hitos.
El punto de partida, o de cierre, según
decida el turista,será un centro de interpretación que se instalará en el
antiguo depósito de aguas de la localidad. Allí se explicará, a través de
paneles y de restos, "la historia desde lo general a lo particular, desde
lo que supuso la Guerra
Civil hasta su repercusión en Sarrión", matiza Gersón
Beltrán.
En una vitrina se mostrarán las piezas
encontradas en las trincheras, como bombas de mano, balas de los ejércitos
ruso y francés y proyectiles italianos. Beltrán matiza que no hay demasiado
material porque se vendió en la posguerra para obtener beneficios económicos.
El responsable del proyecto museístico
apunta que se ha excavado una "pequeña muestra" de las ruinas que hay
en los montes de Sarrión. "Hay muchos restos y como no se podía actuar en
todo. Se hizo una prospección y se decidió rehabilitar la zona del nido de ametralladoras
y la del sistema defensivo sobre el Barranco de la Hoz porque son un reflejo de
todo", argumenta Beltrán.
Nido de ametralladoras
En la actualidad es uno de los espacios más
llamativos de los que se conservan y desde él se observa todo el barranco. El
nido proporcionaba a la unidad suficiente capacidad de fuego y las zonas
fuera del alcance se bac tían con armas ligeras.
Abrigos de tropa
Su misión era proteger al soldado y
aliviarlo de la tensión del conflicto. Tenían interiores muy espaciosos y
cuentan con un respiradero que servía para que entrara aire limpio y para hacer
fuego.
Puesto de mando
Eran las construcciones que mayor
protección ofrecían y en ellas se escondían quienes estaban a la cabeza de la
compañía y desde ellos se ordenaban y coordinaban las decisiones.
Puesto de observación
Tienen dos objetivos diferenciados. Por
una parte, desae allí se observan los movimientos enemigos en proximidad y, por
otra, ayuda a la corrección del tiro de las unidades de Artillería y de los morteros
lanzados por la Infantería
.
Abrigos de tropa
Son las líneas que vertebranl al conjunto
del sistema defensivo y abarcan el grupo de la loma, la comunicación con la
colina y los búnkeres situados enfrente. Los ramales que descienden desde el
camino hasta la vaguada del valle se denominan ramales de canalización y son
caminos a cubierto para transitar por la posición. En los montes de Sarrión
hay kilómetros de estos ramales, parte de los cuales son visitable.
Sarrión acondiciona
trincheras y refugios de la Guerra Civil
Tras la reconquista de Teruel por las tropas “nacionales” en el invierno de 1937 a 1938, el Ejército franquista decide avanzar hacia la costa mediterránea. En el camino tropezó con un serio obstáculo que retraso sus planes, las líneas fortificadas construidas por los republicanos en las estribaciones de la sierra de Javalambre.
Setenta años después, aquellas estructuras defensivas se han convertido en un atractivo turístico de Sarrión. Las zanjas de las trincheras han sido desescombradas, los refugios y los nidos de ametralladoras restaurados y los accesos acondicionados y señalizados. En dos montículos de la partida de La Laguna, cerca del Barranco de la Hoz, se conservan cientos de metros de trinchera excavada a pico y pala en la roca viva junto con los refugios subterráneos donde las tropas republicanas se cobijaron y se protegieron del fuego enemigo.
El paisaje, entonces infernal debido al despliegue de maquinaria bélica y a los estallidos de las bombas, es ahora un paraje silencioso situado por encima de los mil metros de altura y poblado de sabinares y pinares. Un puesto de observación destinado hace setenta años a vigilar la posible irrupción de soldados enemigos se ha convertido en un privilegiado mirador al encajonado Barranco de la Hoz.
A unos cientos de metros, un nido de ametralladoras restaurado, ofrece una amplia panorámica de un profundo valle de laderas boscosas. El enclave, situado a 1.429 metros de altitud, es uno de los más espectaculares dentro del recorrido por los vestigios bélicos. Desde que se acondicionó la zona, se instalaron paneles informativos y se mejoraron los accesos, las “Posiciones defensivas de la Guerra Civil” del Barranco de la Hoz reciben continuas visitas, a pesar de su emplazamiento a 14 kilómetros del casco urbano.
Muy cerca de allí, en 2000, un episodio accidental refrescó en la memoria de los vecinos el pasado bélico de las estribaciones de la sierra de Javalambre. Un incendio provocó continuos estallidos de proyectiles y bombas que permanecían enterrados desde hacía setenta años. Un vecino recuerda que, debido a las explosiones, “aquello parecía otra guerra”. El recorrido por los antiguos campos de trincheras permite al visitante aproximarse a las duras condiciones de vida de los soldados destinados en aquellas posiciones. Los refugios subterráneos, húmedos y oscuros, se cubren con una bóveda de hormigón oculta bajo piedras y tierra para intentar camuflar su emplazamiento. Entre estos habitáculos -con capacidad hasta para 30 hombres-, los puntos de vigilancia y los puestos para los tiradores se organiza una red de zanjas abiertas en la roca por las que se puede circular sin ser visto desde el exterior. Muy cerca, un modesto manantial al que se llega por una trinchera y unas escaleras de cemento garantizaba el suministro de agua en aquel escenario de sufrimiento reconvertido en curiosidad turística.
■
Denominación. Posiciones Defensivas de la Guerra Civil en el Barranco de La
Hoz.
■ Ubicación. En la sierra de Javalambre, a 14 kilómetros del casco urbano. La pista de acceso está señalizada.
■ Visitable. Aunque no se han inaugurado oficialmente, las trincheras se terminaron de acondicionar en 2005.
■ Información. Las antiguas fortificaciones están señalizadas dentro de un recorrido circular. Junto a las principales construcciones, hay paneles informativos que explican la utilidad de las estructuras y su diseño. Además, ofrecen otros datos que enmarcan el dispositivo militar en la Guerra Civil -unidades combatientes, evolución de los frentes, entre otros detalles-.
■ Ubicación. En la sierra de Javalambre, a 14 kilómetros del casco urbano. La pista de acceso está señalizada.
■ Visitable. Aunque no se han inaugurado oficialmente, las trincheras se terminaron de acondicionar en 2005.
■ Información. Las antiguas fortificaciones están señalizadas dentro de un recorrido circular. Junto a las principales construcciones, hay paneles informativos que explican la utilidad de las estructuras y su diseño. Además, ofrecen otros datos que enmarcan el dispositivo militar en la Guerra Civil -unidades combatientes, evolución de los frentes, entre otros detalles-.
■
Accesos
Los 14 kilómetros de pista que conducen desde el casco urbano hasta las fortificaciones restauradas están señalizados. El recorrido por el interior del campo de trincheras está también indicado con flechas y paneles de madera.
■ Vestigios
En uno de los nidos de ametralladoras una inscripción recuerda que allí estuvo destinada la 25 Compañía. Para realizar el encofrado del hormigón se usaron distintos objetos, entre ellos páginas del HERALDO DE ARAGON.
■ Metralla
En el lugar todavía se pueden recoger fragmentos de metralla. En la posguerra, se recogieron municiones, armas y otros objetos para venderlos como chatarra, con el consiguiente riesgo de explosión de bombas abandonadas.
■ Parapeto
En los muros de los nidos de ametralladoras, construidos de hormigón, se abren unas pequeñas oquedades en las que los tiradores podían depositar la munición en un lugar seguro a la espera de ser utilizada.
Los 14 kilómetros de pista que conducen desde el casco urbano hasta las fortificaciones restauradas están señalizados. El recorrido por el interior del campo de trincheras está también indicado con flechas y paneles de madera.
■ Vestigios
En uno de los nidos de ametralladoras una inscripción recuerda que allí estuvo destinada la 25 Compañía. Para realizar el encofrado del hormigón se usaron distintos objetos, entre ellos páginas del HERALDO DE ARAGON.
■ Metralla
En el lugar todavía se pueden recoger fragmentos de metralla. En la posguerra, se recogieron municiones, armas y otros objetos para venderlos como chatarra, con el consiguiente riesgo de explosión de bombas abandonadas.
■ Parapeto
En los muros de los nidos de ametralladoras, construidos de hormigón, se abren unas pequeñas oquedades en las que los tiradores podían depositar la munición en un lugar seguro a la espera de ser utilizada.
Fuente: Heraldo de Teruel (Luis Rajadel)
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